“Tú eres mi Dios y en ti confío”, es la respuesta al Salmo de este domingo. La Cuaresma es un tiempo especial en el que podemos fortalecer nuestra confianza en Dios. Sabemos bien que Jesucristo terminó por vencer a la muerte cuando resucitó al tercer día, sabemos que Dios ha prometido “enviar ángeles para que nos lleven en brazos y para evitar que tropecemos” y, sin embargo, vivimos en un constante estado de ansiedad y angustia.
Al escribir sobre la confianza, me viene a la mente el versículo 10 del salmo 46: “Estad quietos y sabed que yo soy Dios”. El Señor nos pide que dejemos de buscar seguridad y consuelo en nuestras habilidades, en nuestros conocimientos, en nuestros talentos, en las cosas de este mundo y que dejemos que él, nuestro Padre del Cielo, sea quien nos llene de fortaleza y de paz. ¡Qué buen ejercicio para esta Cuaresma!
Padre de bondad, te pedimos que en esta Cuaresma podamos abandonarnos a ti, sabiendo que tú estás con nosotros en nuestras angustias y que nos librarás de ellas. Amén.
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