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“Yo les aseguro que [el señor] se recogerá la túnica, …hará sentar a la mesa [a sus criados] y él mismo les servirá”. –Lucas 12, 37
¿En qué mundo de fantasía el Director General de una empresa atiende a sus ayudantes? ¿Un primer ministro sirve alguna vez en un comedor de beneficencia, o el dueño de una finca pone la mesa para el personal de su terreno? Suena fantástico imaginar la escena que describe Jesús: un amo que sirve la mesa para el personal de su casa. Así es como actuará Jesús mismo, cuando lava los pies de sus seguidores en la última cena.
Esta inversión de roles no es del todo rara. ¿No se ponen los padres y sus recursos al servicio de sus hijos: no por una hora, sino por toda la vida? ¿Los maestros no trabajan laboriosamente a lo largo de los años para llevar a sus estudiantes a leer y escribir? Las cuadrillas médicas misioneras colocan su experiencia para bien de aquellos que nunca pueden pagarles. Cuando esos recursos sirven a los necesitados, las cosas maravillosas son posibles. Pon la mesa para alguien pronto.
¿Quién te ha servido con su sabiduría, ejemplo, aliento ayuda material?
¿A quién sirves?
OREMOS… Las ilusiones de riqueza nos atraen con sus agradables promesas si invertimos nuestro tiempo en ellas. Señor, llámanos desde la tumba de las horas vacías que pasamos adquiriendo lo que no puede darnos vida. Guíanos a los momentos tranquilos de contemplación, el calor de las relaciones genuinas y la emoción de la esperanza. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Debido a que El Evangelio en el hogar hace una pausa durante los meses del verano, tomaremos nuestras reflexiones semanales de Para meditar las lecturas dominicales.
Traducción: Antonio Andraus Burgos
Imagen: iStock.com/duncan1890
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