Dar hasta que duela. Esto es lo que hizo la viuda pobre en el Evangelio de este domingo. Ella no dio de lo que le sobraba, sino que compartió su sustento, lo poco que tenía para alimentarse. Como era una viuda que no tenía un esposo que la protegiera o la mantuviera, ella dependía de la caridad de otros para cubrir sus necesidades básicas.
Jesús nos presenta a esta viuda pobre como un ejemplo y un desafío: la generosidad con respecto a nuestros bienes materiales y espirituales muestra la confianza que tenemos en la providencia de Dios. En una época en la que muchas personas no aprecian que tienen posesiones de sobra y aún así siempre quieren tener más, la enseñanza de Jesús cuestiona nuestras decisiones diarias (si tenemos la fortuna de ser de aquellos que tienen de sobra). El Señor nos invita a donar más ropa que ya no utilizamos, a compartir más alimentos que nuestra familia no va a consumir.
Jesús nos invita a buscar en nuestros bolsillos, closets y despensas, para que podamos sentir una verdadera generosidad. Nuestro llamado a ser generoso también puede incluir dar nuestro tiempo y talentos, aún cuando hacerlo limita nuestro precioso tiempo libre. Confiar nuestras vidas a Dios requiere dar un salto de fe y se demuestra con un verdadero espíritu de generosidad.
Este Evangelio nos ayuda a reflexionar al prepararnos para la 2.o Jornada Mundial de los Pobres y para la colecta para la Campaña Católica para el Desarrollo Humano que se realizará en la mayoría de las parroquias el domingo 18 de noviembre.
Nuestro equipo pide al Señor que todos, sin importar nuestras circunstancias, podamos crecer en generosidad de espíritu y en confianza en Dios. Que nuestro ejemplo inspire lo mismo en los niños que están bajo nuestro cuidado.
Traducción: Erika De Urquidi
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