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Vivo muy cerca del Lago Erie en los suburbios de Cleveland, OH. Anoche, mi hija y yo fuimos a la playa a esperar la puesta del sol. Mientras veía que el horizonte cambiaba de colores de naranja, a rojo y se tornaba de los tonos más bellos de rosa y morado, lo primero que vino a mi mente fue darle gracias Dios por su creación.
El salmo responsorial de este domingo en el que celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, nos invita a alabar al Señor por la obra de sus manos. “¡Qué admirable, Señor, es tu poder!”, decimos al orar.
Aprovechemos estos meses del verano y la belleza que nos presentan para dar gracias al Dios, Trino y Uno, por crearnos y por mostrarnos su amor mediante el esplendor de su obra.
Imagen: Erika De Urquidi