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“Dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen.’’ –Mateo 13, 16
No es raro que la parábola del sembrador haya dejado a los discípulos desconcertados. ¡Este relato es algo absurdo! El sembrador, en lugar de arar la tierra fértil y plantar como cualquier agricultor, va tirando la semilla en los lugares menos comunes. Deja semillas en el camino, en terreno pedregoso y entre espinos. Y solo por accidente deja caer semilla en la tierra que puede producir cosecha. Si ese sembrador fuera mi empleado, quedaría despedido al final del primer día.
Lo que más nos confunde sobre esta parábola es que Jesús no nos dice que no seamos como este sembrador descuidado, sino que se compara con él. Todo parece que su voluntad es que el Evangelio no solo sea compartido solamente en las catedrales, sino también en las prisiones y en los callejones, en los casinos y en las salas de juntas. ¡El Evangelio es una semilla caprichosa!
¿Llevas la semilla del Evangelio a todo lugar?
¿A qué lugares poco comunes has llevado esta buena nueva?
OREMOS… Te alabamos, fuente del amor, por el regalo generoso que nos das en la creación. Te damos gracias por la belleza de la naturaleza, la calidez de la amistad, la responsabilidad de la familia y la bondad de nuestro trabajo. Ayúdanos a ver que este mundo está lleno de tu gracia y a proteger lo que tú has sembrado. Amén.
Debido a que El Evangelio en el hogar hace una pausa durante los meses del verano, tomaremos nuestras reflexiones semanales de Para meditar las lecturas dominicales por Alice Camille.
Imagen: By Sulfababy of en.wiki – Wikipedia en inglés, CC BY 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=8662451
