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‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’ –Mateo 13, 27
Para los niños: Comparta con sus pequeños este corto video de la lección sobre el amor de Dios.
Para los adultos: Buenas semillas y malas hierbas crecen juntas por todas partes. Se encuentran en las familias y en los barrios, en los salones de clase y las empresas, en los tribunales y las iglesias. Buscamos en vano una pradera que solamente tenga buen trigo. Si llamamos a la puerta de cualquier monasterio, veremos que hasta el más santo de los monjes sostiene duras luchas con los más oscuros demonios. Si miramos en nuestros propios corazones con honestidad, las semillas buenas y hierbas malas, son evidentes.
Jesús describe dos grupos en esta parábola: los hijos del Reino de Dios y los hijos del maligno. Si bien es agradable pensar que esas dos distintas comunidades nunca se sientan a la misma mesa, la realidad es que, en un mismo día, somos ciudadanos del reino e hijos con un oscuro corazón. Las malas hierbas se encuentran en nosotros, al igual que la buena semilla está sembrada firmemente en nuestros corazones, lo que quiere decir que la mayor parte del territorio lo ocupa aquella a quien le brindemos más agua.
¿Cómo fomenta usted la buena semilla y arranca la maleza en su campo?
OREMOS… Te alabamos, fuente del amor, por el generoso regalo que nos has entregado con la creación. Te agradecemos la belleza de la naturaleza, el calor de la amistad, la responsabilidad de la familia, y la bondad de nuestro trabajo; todo lo cual nos ayuda a ver que este mundo está lleno de tu gracia, y que debemos proteger todo lo que tú has plantado. Amén.
Debido a que El Evangelio en el hogar hace una pausa durante los meses del verano, tomaremos nuestras reflexiones semanales de Para meditar las lecturas dominicales por Alice Camille.
Imagen: rsooll/Shutterstock.com
