For the English version, click here.
Jesús les contestó: “Denles ustedes mismos de comer”. –Lucas 9, 13
Cuando Jesús pone la mesa y se sirve a sí mismo como el plato principal, no quiere decir que el resto de nosotros se quedará sin hacer nada. No estoy hablando solo de lavar los platos. Jesús se entrega al mundo como alimento. Luego les pide a sus discípulos que hagan lo mismo.
¿Cómo hacemos esto? En un mundo hambriento, no tenemos que ir muy lejos para hacer una ofrenda de nosotros mismos. Cada vez que una organización caritativa solicita nuestra ayuda, tenemos la oportunidad de escribir un cheque, servir una comida, mostrar nuestra preocupación y compasión. También podemos decidir compartir una comida con personas más cercanas a casa: un pariente que está aislado, un amigo solitario, un compañero de trabajo que tiene problemas familiares y que necesita hablar. Podemos enviar un paquete a un estudiante universitario, escribir una carta a una tía favorita, agradecer a las personas que nos atienden. Una palabra de elogio a tú cónyuge o hijo puede restaurar el alma.
¿Cuántas maneras se te ocurren para alimentar a los hambrientos, cercanos y lejanos, esta semana?
Debido a que El Evangelio en el hogar hace una pausa durante los meses del Verano, tomaremos nuestras reflexiones semanales de Para meditar las lecturas dominicales.
Imagen: Sweet Publishing / FreeBibleimages.org