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¡Dios está lleno de sorpresas! ¡Siempre hace algo inesperado y maravilloso! Dios actúa de manera sorprendente e increíble para demostrarnos el gran amor que tiene por nosotros. Él envió a su Hijo a nacer en un establo, como un bebé indefenso quien moriría como un criminal por nuestros pecados y resucitaría de los muertos para compartir con nosotros la promesa de la vida eterna.
En el Evangelio del domingo, Jesús sorprende a siete de sus discípulos que se encontraban pescando. Jesús se aparece al amanecer en la orilla del lago, después de que ellos habían pescado toda la noche sin tener suerte. Como lo hizo en el Evangelio de Lucas (Lucas 5, 1–11) cuando llamó a Simón Pedro, Santiago y Juan, Jesús les proporciona un gran número de pescados, tantos que sus redes y barcas casi no pueden soportarlo. Aunque esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a Simón Pedro después de la Resurrección, al principio, Pedro no lo reconoció.
Como Pedro, a nosotros también nos toma tiempo reconocer la obra de Dios en nuestras vidas. Estamos atrapados en el estrés de todos los días y no distinguimos la increíble y sorprendente presencia de Dios en nuestras vidas. Si levantamos nuestra mirada, encontraríamos muchas razones para gozarnos esta Pascua y durante todo el año.
Oremos: Dios bueno y misericordioso, gracias por el gozo y la promesa de la Pascua. Queremos ser un pueblo de cristianos lleno de gozo y esperanza. Ayúdanos a acostumbrar nuestra mente a buscar tu presencia (y tus sorpresas) en cada momento. Amén.
Traducción: Erika De Urquidi
Imagen: MANTRA PRESS/CIRIC