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Esta semana la Iglesia católica celebra el Domingo de Pentecostés. ¡Cuánta diferencia puede hacer un solo día! Un solo acontecimiento propició el nacimiento de la Iglesia. Sin el Espíritu Santo, los apóstoles hubieran seguido siendo hombres confundidos y asustados. Con el Espíritu, fueron capaces de entender el mensaje de Jesús y se convirtieron en propagadores de la Buena Nueva. El poder del Espíritu Santo puede asustarnos o darnos valentía. En ocasiones pueden suceder las dos cosas a la vez. Todo depende de nuestra actitud y disposición para hacer la voluntad de Dios.
Imagen: Thoom/Shutterstock.com